¿Cómo se doma un hámster?

Los hámsters no siempre disfrutan de la compañía de otros hámsters, pero lo creas o no, son animales muy sociables que disfrutan pasando tiempo fuera de sus jaulas y siendo manipulados por sus dueños. Domar y coger en brazos a tu hámster es una forma estupenda de estrechar lazos y jugar, y también puede ayudar a identificar cualquier problema de salud. Pero no olvides que es posible que tu hámster no haya sido manipulado nunca, así que debes tener paciencia antes de dar el paso.

Los hámsters son animales muy serviciales y a menudo disfrutan tanto como nosotros cuando los cogemos en brazos. La mayoría de los hámsters pueden domesticarse rápidamente con un trato suave y regular, pero para que adquieran una confianza total, te recomiendo que sigas ciertos procedimientos a la hora de domesticar a tu hámster. Esto minimizará el estrés y la ansiedad y reducirá el riesgo de que muerda los dedos.

La perseverancia (y una buena dosis de soborno) darán sus frutos si sigues estos pasos básicos para domesticar a tu hámster, y en pocas semanas (o incluso meses) tu ansioso y peludo ninja se convertirá en un hámster mimoso y feliz.

1. Empieza por ayudar a tu hámster a instalarse

Póngase en el lugar de su hámster. Imagínese que de repente le arrancan de las luces brillantes y los olores familiares de la tienda de animales y le meten en una jaula nueva, con ojos desconocidos que le miran fijamente. Daría bastante miedo, ¿verdad? Eso es lo que habrá vivido tu hámster cuando lo recogiste por primera vez. Así que ten paciencia con él, dale tiempo para que se asiente, se adapte y explore su nuevo entorno.

Como familia que ha pasado recientemente por el proceso de domesticación, sé que es casi imposible evitar que las manitas abran la jaula para darle mimos a su nuevo mejor amigo. Pero créeme, cuanto más tiempo le des a tu hámster para relajarse, más rápido será el proceso de domesticación.

Te aconsejo que le des a tu hámster al menos 2 o 3 días (si no más) para que se familiarice con su nuevo entorno. Habla con él regularmente durante este periodo para que conozca tu voz y comprueba que le gusta hacer cosas normales de hámster, como comer, beber y jugar en tu presencia.

Por muy tentadoras que sean estas bolitas de pelo, no te precipites en esta primera etapa de la domesticación de tu hámster, porque es importante que empiece a confiar en ti desde el principio.

2. Dale a tu hámster unas cuantas golosinas

Cuando tu hámster empiece a mostrar signos de curiosidad hacia ti, por ejemplo acercándose a los barrotes, puedes empezar a engatusarlo ofreciéndole una golosina. Sin embargo, debes esperar a que tu hámster esté completamente despierto y nunca invadas su espacio personal, como su nido o su bandeja sanitaria. Recuerda que siempre debes ir al ritmo de tu hámster.

Para empezar, pruebe a darle más golosinas a través de los barrotes de la jaula y, una vez que se sienta a gusto cogiéndolas de los dedos, puede probar a colocar la mano tranquilamente dentro, ofreciéndole más golosinas desde la palma de la mano.

Asegúrate de tener las manos limpias e intenta mantenerlo lo más quieto posible, ya que cualquier movimiento brusco podría asustarlo. No te preocupes si tu hámster parece un poco reacio al principio, si continúas el proceso poco a poco, pronto se acostumbrará a tu olor. También es buena idea mezclar el tentempié que le ofreces, ya que esto le anima a probar nuevos alimentos y, si eliges algo que no le interesa, tendrá menos ganas de aventurarse.

Otra buena forma de establecer un vínculo con tu hámster es colocar papel higiénico que hayas manipulado en su jaula para que se acurruque en él.

3. Empieza a jugar con él

Encuentre un lugar seguro para sostener a su hámster, jugar con él y establecer un vínculo afectivo fuera de la jaula. Puede ser una caja grande, un corral de juegos o, como preferimos nosotros, una bañera.

Asegúrate de que la zona sea cómoda tanto para ti como para tu hámster y ofrezca un aterrizaje suave si éste decide saltar. Llévalo con cuidado a un recipiente o una taza y dale una golosina de eficacia probada. En esta fase, el hámster debería sentir la curiosidad suficiente para saltar directamente al recipiente.

Llévalo con cuidado a tu zona de juegos segura. Una vez en la bañera, acomódalo suavemente y deja que corretee, te olisquee, se suba a ti y te conozca. Consigue tubos y juguetes para hámsters para que puedan retozar, trepar y mordisquear.

4. Aprende a sujetar correctamente a tu hámster

El siguiente paso es acostumbrar a tu hámster a que lo cojas en brazos. A algunas personas les da miedo, porque los hámsters no domesticados suelen ser nerviosos. Así que si eres ansioso, te aconsejo que al principio lleves guantes para no tener que preocuparte por si te muerden.

sujetar a su hámster
sujetar a su hámster

Una vez que se haya familiarizado con la zona de juego segura, te sugiero que coloques lentamente tus manos en el camino de tu hámster y dejes que corra sobre ellas cuando esté en el suelo. Si le parece bien hacer esto unas cuantas veces, espera a que se suba y anima suavemente a tu hámster a pasar de una mano a otra, mientras le sujetas la espalda y el trasero. Recuerda que los hámsters pueden moverse con rapidez, así que al principio mantenlos en una posición baja mientras los sostienes.

Si parece estar cómodo en tus manos, puedes probar a acariciarlo en la palma de la mano, con un cepillito o un dedo.

Una vez que el hámster se sienta a gusto en brazos, la última etapa de la domesticación consiste en acostumbrarlo a que lo cojan con calma.

Es muy importante que cojas a tu hámster sin asustarlo, así que no lo embistas ni lo agarres. Los hámsters tienen mala vista y cualquier movimiento rápido puede asustarlos.

Cuando dé muestras de confianza y corra alegremente sobre tus manos, empieza a elevarle más en el aire antes de volver a bajarle, para que entienda que no se va a hacer daño. Apóyale las nalgas con un movimiento de ventosa, para que se sienta seguro. Si empieza a mover los pies o a chillar, vuelve a ponerle en el suelo inmediatamente. No le aprietes demasiado cuando se mueva y no le presiones para que pare.

Repita este proceso con regularidad y durante periodos más largos y acabará por acostumbrarse a que le cojan en brazos, hasta el punto de sentarse satisfecho en su mano y deleitarse con sus mimos.

Deja un comentario